Familiares de una de las víctimas ubicaron al cadáver en la morgue este viernes
MARÍA ISOLIETT IGLESIAS| EL UNIVERSAL
Ludy Quesada habló con su esposo, por última vez, el viernes 10 de mayo. A las 8:10 de la noche, recuerda ella, conversaron. "Parecía que estaba rascadito, rascadito. La lengua la tenía toda enredada. Se le entendía poco, pero logró decirme que no sabía donde estaba. Luego trancó y ya no hablamos más", recordó ella.
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Según le contaron después, su marido, Juan Carlos De Horta Zúñiga, de 35 años, ese mismo viernes, entró al hotel Boston, ubicado en Capitolio, con una mujer. Eran las 6:05 de la tarde. Él dio su nombre, y ella un comprobante para que anotaran un número de cédula. Luego ella salió, y él no. La mujer, tres horas antes, había entrado al mismo hostal con otro hombre. Un poco mayor que Juan Carlos, calvo y de apellido León. Él tampoco salió del edificio. Ambos murieron envenenados. Es la hipótesis que efectivos del Cicpc le informaron a los familiares de Juan Carlos. Un allegado de la familia contó que a las 5 de la tarde de ese viernes, habló con Juan Carlos. A esa hora el hombre, que era maestro de obra en una construcción de Misión Vivienda en San Agustín, le dijo que se iría a la casa, que ya estaba en Capitolio para tomar la buseta que lo llevaría hasta Caraballeda, en Vargas. Luego no supo más. Presumen que se quedó tomándose unos tragos para esperar a que la cola bajara y ahí fue cuando se topó con la mujer con quien entró al hotel. El encargado del hospedaje declaró ante el Cicpc que a la mujer la había visto merodear por la zona, pero que pocas veces había entrado a alquilar habitaciones. También dijo que era la primera vez que un hecho como ese se registraba ahí. "Nos ofrecieron hasta hablar con el dueño para hacer una misa en la habitación donde murió Juan Carlos, porque nunca se les había muerto un huésped, y mucho menos dos en una tarde... los empleados están asustados", contó Ludy. El periplo La familia de Juan Carlos comenzó a preocuparse el sábado cuando se dieron cuenta que no llegaba. Su hermano, Harry De Horta, llegó hasta la morgue de Bello Monte para preguntar. Pidió ver los cuerpos de quienes hubiesen llegado sin documentos, pues Juan Carlos no tenía papeles. Era colombiano, y aunque llegó a Venezuela, desde Barranquilla, cuando solo tenía pocos meses de nacido, nunca arregló su documentación. Las fotos que en la medicatura forense le enseñaron a Harry no mostraban a su hermano. Así que cada día completó el mismo recorrido. El cuerpo había llegado el sábado 11 de mayo, y sí estaba identificado, pues en sus bolsillos encontraron una copia de un documento que daba su nombre y otros datos. También llamaron al celular de la víctima, lo hicieron muchas veces. La mayoría contestó una mujer, que decía haberse encontrado el teléfono en escaleras de El Calvario. Otro día atendió un hombre. Su tono, refirió Harry, era el de un malandro, así que no insistieron más. El jueves, Ludy, la esposa de Juan Carlos, y una sobrina intentaron reconstruir las últimas andanzas del desaparecido. Pegaron fotos y preguntaron por los predios del hotel. Un hombre le dijo a la sobrina de Ludy: "Ay mija a ese muchacho lo mataron, entre al hotel, ahí le dicen", le dijo el desconocido. Ella entró y el encargado les confirmó. Luego se fueron hasta la subdelegación del Cicpc en El Paraíso. Ahí les contaron lo que presumían y les dijeron que había pruebas colectadas: huellas digitales y un vaso con marcas de lápiz labial, entre otras. También realizan un retrato hablado de la mujer que en una misma tarde entró dos veces. Ayer los deudos de Juan Carlos llegaron a la morgue y ahí se quedaron realizando trámites.
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Según le contaron después, su marido, Juan Carlos De Horta Zúñiga, de 35 años, ese mismo viernes, entró al hotel Boston, ubicado en Capitolio, con una mujer. Eran las 6:05 de la tarde. Él dio su nombre, y ella un comprobante para que anotaran un número de cédula. Luego ella salió, y él no. La mujer, tres horas antes, había entrado al mismo hostal con otro hombre. Un poco mayor que Juan Carlos, calvo y de apellido León. Él tampoco salió del edificio. Ambos murieron envenenados. Es la hipótesis que efectivos del Cicpc le informaron a los familiares de Juan Carlos. Un allegado de la familia contó que a las 5 de la tarde de ese viernes, habló con Juan Carlos. A esa hora el hombre, que era maestro de obra en una construcción de Misión Vivienda en San Agustín, le dijo que se iría a la casa, que ya estaba en Capitolio para tomar la buseta que lo llevaría hasta Caraballeda, en Vargas. Luego no supo más. Presumen que se quedó tomándose unos tragos para esperar a que la cola bajara y ahí fue cuando se topó con la mujer con quien entró al hotel. El encargado del hospedaje declaró ante el Cicpc que a la mujer la había visto merodear por la zona, pero que pocas veces había entrado a alquilar habitaciones. También dijo que era la primera vez que un hecho como ese se registraba ahí. "Nos ofrecieron hasta hablar con el dueño para hacer una misa en la habitación donde murió Juan Carlos, porque nunca se les había muerto un huésped, y mucho menos dos en una tarde... los empleados están asustados", contó Ludy. El periplo La familia de Juan Carlos comenzó a preocuparse el sábado cuando se dieron cuenta que no llegaba. Su hermano, Harry De Horta, llegó hasta la morgue de Bello Monte para preguntar. Pidió ver los cuerpos de quienes hubiesen llegado sin documentos, pues Juan Carlos no tenía papeles. Era colombiano, y aunque llegó a Venezuela, desde Barranquilla, cuando solo tenía pocos meses de nacido, nunca arregló su documentación. Las fotos que en la medicatura forense le enseñaron a Harry no mostraban a su hermano. Así que cada día completó el mismo recorrido. El cuerpo había llegado el sábado 11 de mayo, y sí estaba identificado, pues en sus bolsillos encontraron una copia de un documento que daba su nombre y otros datos. También llamaron al celular de la víctima, lo hicieron muchas veces. La mayoría contestó una mujer, que decía haberse encontrado el teléfono en escaleras de El Calvario. Otro día atendió un hombre. Su tono, refirió Harry, era el de un malandro, así que no insistieron más. El jueves, Ludy, la esposa de Juan Carlos, y una sobrina intentaron reconstruir las últimas andanzas del desaparecido. Pegaron fotos y preguntaron por los predios del hotel. Un hombre le dijo a la sobrina de Ludy: "Ay mija a ese muchacho lo mataron, entre al hotel, ahí le dicen", le dijo el desconocido. Ella entró y el encargado les confirmó. Luego se fueron hasta la subdelegación del Cicpc en El Paraíso. Ahí les contaron lo que presumían y les dijeron que había pruebas colectadas: huellas digitales y un vaso con marcas de lápiz labial, entre otras. También realizan un retrato hablado de la mujer que en una misma tarde entró dos veces. Ayer los deudos de Juan Carlos llegaron a la morgue y ahí se quedaron realizando trámites.