La abuela de Franklin Miquelena, de nueve años, lo dejó en su casa mientras hacía diligencias. No quiso llevárselo porque era "muy inquieto". La trasladaron a la sede de la Policía científica. Se desconoce si la detendrán por su descuido
Por Luisana González / laverdad.com
Angustia y llanto abundó en la calle 86 del barrio La Rinconada ayer a las 3.00 de la tarde, cuando los funcionarios de la Policía científica rescataban de los escombros el cadáver carbonizado de Franklin Jesús Miquelena, de 9 añitos. Su abuela paterna, Celia Miquelena, lo dejó encerrado mientras hacía unas diligencias. No quiso llevárselo porque era "muy inquieto". Durante su ausencia se produjo un incendio y murió el pequeño.
A eso de las 2.00 de la tarde empezó a salir humo de la casa de zinc y bloques rojos. Unos niños fueron los primeros en ver la humareda y corrieron a avisarle a sus padres. Su amiguito estaba adentro.
“Tío, sacame que me quemo. Ayudame que me quemo”, repetía una y otra vez Franklin de Jesús, mientras que sus vecinos intentaban tumbar a martillazos la puerta principal del ranchito de aproximadamente 16 metros cuadrados. Era inútil, el fuego no se los permitía.
“Fue horrible escuchar como lentamente moría el estudiante”, contó un vecino. Su voz se apagó poco a poco. La veintena de vecinos que corrió a ayudarlo se organizó. Unos buscaban cómo sacarlo y otros llamaban desesperados al 171 para que les enviara apoyo.
"Los Bomberos de La Rotaria no pudieron venir, pues tenían el camión dañado. El caso lo atendió la estación localizada en el Hospital Universitario. Tardaron 20 minutos en llegar. Dijeron que había mucho traficó”, comentó un curioso.
El cadáver de Miquelena los forenses lo sacaron debajo de una cama de hierro. Al parecer el niño trató de refugiarse del fuego, pero las llamas igual lo alcanzaron. Aun no hay una hipótesis de que pudo producir el incendio. Las investigaciones siguen.
Unos niños contaron a las autoridades que Franklin estaba solito en la casa. “Nosotros lo vimos jugando por la ventana con una petaca. Luego vimos salir humo negro y más atrás dos cables echando chispas". Eso hace presumir a las autoridades que se pudo tratar de un cortocircuito.
Remordimiento
Sentada en un banco, con la mirada fija sobre la casa derrumbada estaba Celia Miquelena, abuela del niño. Sus manos temblaban y respiraba profundo una y otra vez para controlar el llanto. “Yo lo dejé solo”, con esa frase comenzó el relato la mujer que desde hace dos años se hizo cargo del niño.
“Mi nieto era tremendo, muy inquieto, pero bueno y dulce”. Desde julio del año pasado dejó de asistir a la escuela. Franklin al parecer era tan intranquilo que en el colegio no le permitieron volverse a inscribir, si sus padres no se presentaban ante la directora.
La madre del infortunado se fue a vivir a Caracas, después de que hace unos años se separara de su padre, luego de que a este lo metieran preso, presuntamente por robo, según fuentes policiales. Franklin Miquelena, progenitor de la víctima, salió hace poco del retén El Marite y comenzó a trabajar dentro de una granja situada vía a Los Bucares.
El pequeño desde entonces vivía con su abuela, quien según los vecinos no lo trataba muy bien. “A veces le pegaba y ayer en la mañana lo hizo. Por eso lo dejó encerrado”, dijo una allegada que prefirió no identificarse.
La abuela paterna rechazó esas acusaciones y llorando contó que no se lo llevó porque él no quería ir. “Uno de sus primitos de 17 años no se pudo quedar a cuidarlo esta vez, como siempre lo hacía. Le dije que se viniera conmigo para el banco y a comprar arroz para el almuerzo y me dijo que no, que él prefería quedarse a escuchar música y ver videos. Para que no se saliera de la casa a hacer travesuras lo encerré con candado, pero nunca pensé que una atrocidad así podía llegar a suceder”.
Sin resultado
Enyerver Atencio, teniente del Cuerpo de Bomberos de Maracaibo, informó en el lugar del suceso que la escena estaba muy deteriorada. Indicó que las evidencias fueron recabadas y hoy serán llevadas a los laboratorios para ser examinadas y así poder determinar con certeza qué produjo las llamas.
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