Los vecinos de las Torres del Saladillo y residencias Palaima reportan decenas de lesionados y afectados por los gases. Denuncian que los efectivos militares disparan hacia los apartamentos. En su mayoría, niños y ancianos son los más afectados por los gases lacrimógenos en los complejos habitacionales.
Por Verónica Albarrán / La Verdad
Una batalla campal, así describen los vecinos de residencias Palaima y las Torres del Saladillo las últimas jornadas de manifestaciones. Y es que las actuaciones “excesivas” por parte de la fuerza pública en la capital zuliana parecieran cambiar las calles como epicentro para abordar los conjuntos residenciales en los que desde hace días se mantienen las acciones de protesta.
“Esto es una arremetida brutal contra el pueblo”, expresa Yeison González, vecino de las Torres del Saladillo, al relatar que aproximadamente a las 9.00 de la noche del miércoles funcionarios de la Policía del Zulia y la Guardia Nacional rodearon el conjunto de edificios, rociaron con combustible las barricadas de la zona y tras prenderles fuego, inició el ataque.
“Los muchachos estaban en la placita interna de las torres cuando los militares y policías comenzaron a lanzarles los bloques y las piedras de la calle con hondas. Las bombas lacrimógenas y los perdigones vinieron después. Lo impresionante era ver cómo disparaban apuntando a las ventanas de los apartamentos”.
La confusión reinó entre los vecinos, quienes corrían a los pisos más altos para tratar de evitar ser víctima del bombardeo. Con los ojos aún enrojecidos por el gas lacrimógeno, Gilberto del Mar, conserje de uno de los edificios, subió 12 pisos con su pequeño hijo de 11 meses en brazos. Seis bombas lacrimógenas rodearon su apartamento ubicado en planta baja.
“Desde afuera nos lanzaron las bombas hasta las ventanas. Ya era pasada la medianoche. Agarré a mi muchacho, pero me tardé mucho en salir porque el humo se metió al apartamento y no podía encontrar la llave. Mi hijo se puso morado. Al llegar al piso 12 unos médicos me lo atendieron”.
Simultáneamente, y tras casi 24 horas de enfrentamiento entre manifestantes y fuerza pública, Libia de Nava, habitante de residencias Palaima, daba carreras dentro de su apartamento para tapar con toallas húmedas las ranuras de las puertas: “Tenía a mi mamá de 87 años encerrada en uno de los cuartos. Muchos viejitos estaban ahogados. Fueron atendidos por los vecinos que son médicos”.
Ambulatorios médicos improvisados
Las denuncias de “irregularidades” no se detienen. Los vecinos de ambos conjuntos residenciales aseguran que se han visto obligados a improvisar ambulatorios médicos en los apartamentos, pues alertan que llevar a un herido por perdigón a un hospital público de la ciudad es entregarlo a las autoridades para su detención.
“Curamos a nuestros heridos porque en los hospitales los ponen presos, supuestamente por guarimberos. Los mismos vecinos que son médicos y enfermeros prestan los primeros auxilios. Ellos limpian las heridas y atienden a los que llegan ahogados por los gases”, explica Aura Villalobos, vecina de residencias Palaima.
Un paramédico en las Torres del Saladillo, quien prefire no revelar su identidad, detalla que los vecinos se organizan en uno o dos apartamentos de los pisos más altos: “Allí atendemos a los lesionados, y si hay que bajar a ayudar a alguno que no pueda subir, pues, lo hacemos”.
Este padre de familia manifiesta su rechazo a lo que cataloga como “excesos” por parte de los efectivos castrenses y policiales. Señala que durante el ataque los vecinos recolectaron alrededor de 200 cartuchos de perdigón y gas pimienta, mientras que en Palaima la comunidad resguarda, a modo de prueba, 300 cartuchos del armamento de los uniformados.
Indignados
“No les importó que acá dentro hay niños y adultos de la tercera edad. Nos lanzaron de todo. Esto no es digno de una Fuerza Armada Nacional”. Elohana Hernández. Vecina de residencias Palaima
“Ya es la tercera vez que arremeten hacia el interior de las Torres del Saladillo, pero esta última fue la más brutal”. Dixon González. Vecino de las Torres del Saladillo.
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