El cuerpo de Juan Buelvas flotó ayer, a las 10.00 de la mañana, entre la isla El Pájaro y Providencia. La familia comentó a los rescatistas que el muchacho no quería suicidarse. Solo quería probar qué tan bien nadaba
Por Luisana González / La Verdad
Foto: Dagbelis Delgado
El cadáver de Juan Carlos Buelvas Gaviria flotó ayer, a las 10.00 de la mañana, a un cuarto de milla de la isla El Pájaro y Providencia. Su cuerpo yacía boca abajo, hinchado, con piel llena de ampollas y en avanzado estado de descomposición. Solo lo cubría un short azul con negro playero. El joven de 27 años se lanzó de la pila 125 del Puente sobre el Lago el pasado sábado, a las 6.00 de la tarde, para demostrar cuan valiente era y qué bien nadaba.
Edixon Bermúdez, jefe de la Policía Lacustre de San Francisco, informó que unos pescadores hallaron el cuerpo del albañil cuando lanzaban sus redes. Lo agarraron y se dividieron para no perder el cadáver. Unos se quedaron en el Lago y otros se trasladaron hasta la sede de Protección Civil en el municipio Santa Rita para reportar el hallazgo.
Los funcionarios, guiados por los pescadores, se trasladaron hasta el lugar. Arrastraron el cuerpo de Buelvas hasta uno de los muelles del comando de vigilancia de la Guardia. Allí permaneció hasta la 1.30 de la tarde.
Impresión y dolor
Al hallar el cadáver de Juan Carlos, las autoridades avisaron a sus familiares, quienes enseguida se trasladaron hasta el comando de la Guardia. Estaban angustiados y querían ver el cuerpo para asegurarse que fuese su pariente. Antes de dejarlos acercar hasta la orilla, los oficiales les advirtieron del estado físico en el que se encontraba su pariente. Ninguno tuvo el valor de acercarse y ver su cuerpo sin rostro, comido por los peces y los pájaros. Se alejaron del sitio.
Bajo un techo al lado de unas lanchas se sentaron. Allí las mujeres de la familia lloraban. Los siete parientes que esperaban que la Policía sacara el cuerpo del agua solo comentaron que no regresaban borrachos de la playa.
Los testigos contaron a la Policía que el muchacho no había peleado con su novia. Ellos viajaban tranquilos. Solo recuerdan el momento en la cola, el muchacho se acercó a la puerta del bus, los miró y les gritó: "Ahora verán de lo que es capaz un Buelvas", corrió a la baranda y se lanzó.
Cuando se asomaron aún estaba vivo. Trató de nadar hacia el pilote y las fuertes olas que había esa tarde lo ahogaron e hicieron desaparecer su cuerpo hasta ayer.
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