María de los Ángeles Peña soñaba con graduarse para viajar a Japón a trabajar. Víctor Peña, padre de la víctima, manifestó su confianza en los investigadores de la Policía científica, subdelegación Maracaibo, quienes deben resolver el crimen
Por José Manuel Sánchez / laverdad.com
El sueño de María de los Ángeles Peña Díaz, de 19 años, era terminar sus estudios y viajar a Japón. Ella veía al país asiático como el lugar perfecto, en el cual podría especializarse como ingeniera electrónica; pero el pasado sábado esa aspiración acabó. Un desconocido se encargó de truncar todo los planes de la estudiante cuando le disparó por la espalda.
La bala penetró el pulmón derecho ocasionando una hemorragia que los médicos de la emergencia del Hospital Coromoto no pudieron detener. A las 9.45 de la noche el jefe de guardia en la sala le dijo a Víctor Peña, padre de la víctima, que el daño causado por el proyectil era extenso y por eso su hija acababa de morir. Tras un corto shock, el hombre simplemente rompió a llorar por la hija que estuvo a su lado toda la vida.
Sentado sobre la cama de su muchacha, el hombre comentó que su hija era inteligente, dedicada a sus estudios, que no tomaba. Señaló que cuando él se separó de la madre ella decidió quedarse a su lado en todo momento. “Debido a mi trabajo estuve viviendo en varios estados del país. Ella nunca se separó de mi lado”.
Hace 14 años llegaron a la calle 65 del sector San Rafael, parroquia Olegario Villalobos, al este de Maracaibo. Desde entonces pasó por varias instituciones, hasta que llegó al colegio Fátima, donde conoció a quien se convertiría en su mejor amiga, una muchacha llamada Milagros.
Hechos
A las 8.30 de la noche la joven estaba en el Terminal de Pasajeros de Maracaibo esperando el arribo de su padre desde Caracas. Cuando llegó le dio un caluroso abrazo y le pidió permiso para ir a la casa de Milagros, ubicada en la calle 75 del sector La Lago. “Me dijo que iba a cenar. Yo mismo la dejé allá. Ella era su amiga desde el bachillerato, por eso era él único lugar donde yo sentía que estaría bien”.
Zulai Molero, una de las habitantes de la casa, indicó que Peña llegó y se sentó en el porche de la casa junto a su amiga y unos hermanos a conversar. No habían pasado 10 minutos cuando dos sujetos armados, quienes al parecer estaban a pie, se pararon en el portón y les pidieron las pertenencias. El miedo hizo su trabajo. “Todos nos levantamos asustados e intentamos entrar a la casa cuando escuchamos el disparo”.
Metro y medio separaron a Peña de escapar del proyectil. Los delincuentes, amparados por la oscuridad del sector y por la adrenalina, se perdieron entre las calles. A pesar del miedo, Milagros y su familia socorrieron lo más rápido que pudieron a la estudiante y la trasladaron al centro asistencial donde murió.
Molero indicó que no era la primera vez que robaban en su casa debido a que allí funciona una peluquería. El progenitor de la víctima aseguró desconocer ese dato y argumentó que, de haberlo sabido antes, nunca la hubiera dejado ir. No sabe si ella también lo desconocía o simplemente lo ocultó.
Al mismo tiempo, se lamentaba entre lágrimas pensando en lo que hubiera pasado si él nunca hubiera tenido el afán de regresar a Maracaibo para verla. “Si me hubiese quedado en Caracas esto no hubiera sucedido. Nunca debí regresar”.